La escritora mínima

El acto de tirar basura es el acto de intimidad máximo. La basura de una persona denota
como se vive. Denota los poemas descartados, denota cuanto tiempo se mantuvieron las
flores recibidas por su deterioro y marchitamiento. Denota cuanto se fuma, cuanto se
bebe. Denota que se come, que se deshecha y por lo tanto que falta en la casa. Denota
que se echó a perder en el refri, denota cuanto tiempo estuvo en el refri por el nivel de
petrificación. Denota lo que se rompe deliberadamente y por accidente. Denota la
distracción. Denota la impaciencia y la inacción. Denota la pérdida de cabello, y las
vitaminas que se consumen. Denota si tienes un gato. Denota si tienes un gato
consentido. Denota su color. Denota si estás en casa o llevas tiempo lejos de ella.
Denota si barres el polvo. Denota las visitas que recibes o la ausencia. Denota si comes
congelados o comida fresca. Denota las migajas que dejas. Del pan, de amor,
de ilusiones, de pérdida. Denota si recibes paquetes a menudo, si compras libros
impulsivamente. Denota los nombres con los que te llaman. Denota si aún conservas tus
cuadernos viejos de la preparatoria. Denota los borradores de tus escritos. Denota como
firmas. Denota si eres paranoica. Denota que prefieres el café. Denota si forraste tus
diarios con un papel brillante y llamativo. Denota que te gustan las cosas luminosas.
Denota si se fundió el foco de tu lámpara y que ahora lees en la sala.
Denota lo que se tiene por lo que ya no se tiene.
Denota la presencia en base a la ausencia. Es el acto de
intimidad máximo y determinante. Somos nuestra basura.
Y en un acto íntimo se comparte lo que es uno,
ya sea con si mismo o con otro.

En este acto, el pepenador, tal como un amante, es el mayor juez.

Copyright © 2023 Beatriz A. Menelik